Rafael Heliodoro Valle (1891-1959) fue un personaje tan multifacético que resulta difícil atraparlo y redefinirlo. No obstante se le puede seguir la pista por su entrega absoluta al trabajo intelectual, y por este camino aproximar nociones que faciliten una imagen de aquel hondureño ciclópeo que hizo tanto por Honduras, México y el continente americano, en pro de la paz y la conciliación nacionales, y de los hombres y mujeres en general.
Alfonso Reyes (mexicano) expresó que Rafael Heliodoro Valle era el fiel espejo de su época. Para Ernesto Mejía Sánchez (nicaragüense) era el “Ciudadano de América”. Eliseo Pérez Cadalso confesó que aquel hombre era “un hecatónquiro” y, parejamente, “el hondureño del siglo”. La historiadora mexicana María de los Ángeles Chapa Bezanilla escribió un libro titulado “Rafael Heliodoro Valle, humanista de América”, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México el año 2004, y con una segunda edición del Instituto Hondureño de Antropología e Historia de Honduras del año 2010.
Desde sus días de adolescencia, al publicar sus textos literarios primigenios, Heliodoro fue víctima de las intrigas y de la envidia de sus propios paisanos catrachos, con las valiosas excepciones del caso que valdría la pena vislumbrar. Aquel signo de maldición lo perseguiría el resto de su vida. Por eso determinó, a temprana edad, marcharse e instalarse en México, Estados Unidos o Perú, asunto que le costó mucho trabajo, pues con el objetivo de radicarse en su soñado México tuvo que sortear toda gama de penurias económicas y morales empezando por una beca gubernamental de Miguel R. Dávila que al parecer nunca le llegó (este dato habría que corroborarlo). Así que concluyó sus estudios de profesor de educación secundaria gracias a una media beca gestionada por el mexicano Justo Sierra. Al final el maestro Valle terminó ganándose, a pulso, el cariño y el respeto de la intelectualidad mexicana y de muchos escritores del continente.
Los quehaceres intelectuales de Rafael Heliodoro Valle podríamos subdividirlos por lo menos en siete facetas: La del poeta y narrador; la del periodista; la del bibliógrafo incansable; la del historiador; la del profesor entusiasta de varias generaciones; la del diplomático y conciliador de primera línea; y la del creador de instituciones académicas. Como periodista y entrevistador alcanzó dimensiones continentales. Como embajador plenipotenciario de Honduras en Estados Unidos organizó el “Ateneo Americano de Washington”, abriendo las puertas a los escritores de América Latina y de España.
Respecto de la política hondureña, Valle hizo varios intentos de alejarse de ésta, desde comienzos de la década del veinte y sobre todo en el curso de la década del treinta. No quería saber nada de los entuertos catrachos, que tanto disgusto le causaban. Sin embargo, por su prestigio intelectual y por su fama de conciliador y pacifista (casi en la misma línea de Alfonso Guillén Zelaya) fue llamado por diversos grupos a integrase en las filas de la oposición; o a formar parte de gobiernos desprestigiados, o en proceso de transición, según se tratara de cada caso. Hasta se habló de una posible candidatura presidencial de Heliodoro Valle, generando simpatías y animadversiones por doquier. Pero el maestro Valle rehuyó de casi de todas aquellas tentaciones entrelazadas, que al final afectaron su salud.
En memoria de este hondureño continental la Cancillería de la República de Honduras instituyó, me parece que en 1984, el “Premio” o “Condecoración Rafael Heliodoro Valle”, tanto para hondureños como extranjeros destacados, vivos o fallecidos. Recuerdo haber asistido a la condecoración póstuma de Ramón Oquelí. En esta oportunidad la actual administración del Estado consignó dicho premio a los siguientes intelectuales heterogéneos: Mario R. Argueta, Leticia Salomón, Xiomara Bu, Jorge Luis Oviedo, Livio Ramírez y Segisfredo Infante. Del grupo de intelectuales fallecidos fueron premiados Víctor Meza, Eduardo Bähr, Rigoberto Paredes y Pompeyo del Valle, quienes estuvieron representados por sus parientes, entre ellos Sergio Bähr, Anarella Vélez y uno de los hijos de Víctor Meza.
Se ha expresado en múltiples eventualidades que “honrar, honra”, razón por la cual agradecemos, con humildad, la iniciativa del actual Canciller de la República Don Eduardo Enrique Reina, y a la Señora Presidenta Doña Xiomara Castro por haber dado luz verde a estos galardones que en el fondo son un homenaje al más prestigioso hondureño del siglo veinte, profesor Rafael Heliodoro Valle, respecto de quien podríamos condescender que, con certeza, fue el escritor más prestigioso de la primera mitad del siglo próximo pasado, después de Froylán Turcios. (¡Enhorabuena a los amigos y colegas condecorados!).
No está de más sugerir que la Secretaría de Cultura convoque a un coloquio de intelectuales, periodistas y estudiantes, con el fin de aproximarse a los bordes de la obra copiosa del maestro Valle, en tanto que la gran mayoría de sus libros impresos o cristalizados en México y otras partes, son predominantemente desconocidos en Honduras.
Distrito Central de Honduras, 28 de julio del año 2024. (Tomado del prestigioso diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, del jueves 01 de agosto del 2024, Pág. Cinco, en la versión impresa del periódico).
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